sábado, 17 de septiembre de 2016

No respires (Don't Breathe) - Nunca entres a robar a la casa de un ciego








Título original: Don't Breathe
Año: 2016
Duración: 88 min.
País: EEUU
Director: Fede Álvarez
Guion: Fede Álvarez, Rodo Sayagues
Música: Roque Baños
Reparto: Dylan Minnette, Jane Levy, Stephen Lang, Daniel Zovatto, Sergej Onopko, Jane May Graves, Jon Donahue, Katia Bokor, Christian Zagia, Emma Bercovici, Brak Little, Michael Haase.












Unos jóvenes ladrones creen haber encontrado la oportunidad de cometer el robo perfecto. Su objetivo será un ciego solitario poseedor de millones de dólares ocultos. Pero tan pronto como entran en su casa serán conscientes de su error, pues se encontrarán atrapados y luchando por sobrevivir contra un psicópata con sus propios y temibles secretos.




El subgénero de ‘home invasion’ me encanta. Ya sabéis, películas de terror en las que alguien entra en una casa y su inquilino/os deben protegerse como puedan. O también puede ser al revés… hay veces que el inquilino no es lo que parece. El caso es que en su versión gore (como las de la saga de The Collector) o las que no lo tienen (es el caso de las que hablamos) suelen ser cintas que enganchan rápidamente y te meten en la piel de los personajes.
Se estaba hablando muy bien de esta película, y en EEUU fue número 1 en taquilla varias semanas consecutivas, así que todo esto sumado hizo que no dudase en ir a verla. Aunque su director fuese Fede Álvarez, que me dejó bastante fría con su debut hace unos años del remake de Posesión infernal. “No respires” es la segunda película de su filmografía.



Unos jóvenes rateros con poco dinero deciden entrar en la casa de un hombre ciego que saben que guarda bastante dinero. Se supone que va a ser su último golpe, saldrán de la miseria y podrán empezar una vida nueva. Pero el hombre ciego no es lo que parece y una vez dentro de la casa ya no podrán salir… ahora, ¿quién invade a quién?
Premisa simple y muy efectiva. Que atrapa, te hace partícipe de la angustia y te deja sin respiración en ciertos momentos a ti también. Y además cuenta con una ajustadísima duración, 88 min. ¿Qué más pedirle? 



La cinta se desarrolla prácticamente en el mismo espacio, toda la casa del ciego. Con el plus de la oscuridad, porque los ciegos no ven y no la necesitan. Así que la tensión está servida.
Puedes elegir en que bando estas, el del ciego que se va a tomar la justicia por su mano, o de los atracadores. Nadie está libre de pecado y eso se verá. La cinta juega a descubrir la verdad sobre el ciego, y a entrar al saco de si harías lo que él hace o no…
Directa al grano y sin concesiones, enseguida la tensión empieza a acumularse. Te meten en el juego y hacen pasarlo mal al espectador, agonizar y sufrir junto a sus protagonistas. La ambientación oscura juega muy a su favor y la BSO de Roque Baños lo termina de redondear.
Y aunque en ciertos momentos puede parecer algo previsible, sabe ir dando giros de guion para sorprender al espectador. Es efectiva y funciona, a pesar de su guion sencillo. 



En cuanto a los actores, el más conocido sin ninguna duda es Stephen Lang (con multitud de películas a sus espaldas, pero seguro que todos le recordáis por ser el malo de “Avatar”) como el hombre ciego y es el que mejor está en su rol. Muy creíble. Es fácil ponerse de su lado, incluso ante lo que vemos que va sucediendo (o yo soy un poco psicópata, ambas cosas pueden ser). Sabe imponerse, es frío, da miedo y está impresionante en su rol.
Y en el papel de los ladronzuelos, tenemos a Jane Levy, a la que ya pudimos ver en la anterior película del director, Posesión infernal, a Dylan Minnette (recientemente le pudimos ver en Pesadillas) y a Daniel Zovatto. Correctos ellos, destacando a Jane. 



¿Recomendada? Pues la verdad es que sí, tiene todo para atrapar a un variado público. El hecho de no ser gore (aunque si violenta) la acerca más a todo tipo de personas, y el suspense y la angustia que genera, mantendrá a todos pegados a la pantalla y sin respirar en ciertas ocasiones. Porque si, hay momentos sin música en el que solos oyes el sonido de la sala y se hace un completo silencio. No hay aburrimiento, ni respiro posible en la película. Y Stephen Lang es un ‘malo’ buenísimo.








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