miércoles, 3 de junio de 2015

Con la magia en los zapatos - 'Adam Sandler siendo Adam Sandler'








Titulo Original: The Cobbler
Año: 2014
Duración: 109 minutos
País: Estados Unidos
Director: Thomas McCarthy
Guión: Thomas McCarthy, Paul Sado
Música: John Debney
Reparto: Adam Sandler, Method Man, Ellen Barkin, Melonie Diaz, Dan Stevens, Fritz Weaver, Yul Vazquez, Steve Buscemi, Dustin Hoffman








Adam Sandler (Hombres, mujeres & niños) interpreta Max Simkin, un modesto zapatero que trabaja en el mismo local de Nueva York que ha pertenecido a su familia, generación tras generación. Su vida es una continua rutina y se siente desencantado con cómo se está desarrollando, pero todo cambia cuando encuentra una reliquia familiar que le hace ver el mundo de una forma totalmente diferente. Caminar en los zapatos de otra persona y, lo más sorprendente, adoptar su forma en el acto, parece que es la ayuda que le hace falta a Max para conquistar a la mujer de sus sueños.

 Me cae muy bien Adam Sandler. Se que no será la manera más adecuada de empezar a criticar esta película, pero es que es así. Adam Sandler es un tío al que las criticas y todo eso le importan un bledo: el hace sus películas, las disfruta, las promociona y punto. No le importa si luego los críticos se ceban con él o si arrasa en los Razzie, llevándose premios incluso a Peor Actriz (¿lo recordáis verdad? Por 'Jack y su gemela'). Respira hondo y vuelve a ponerse a grabar lo que sea. No todos serian como él, no todos levantarían la cabeza, pondrían su mejor sonrisa y seguirían adelante. Si no mirad el caso de Will Smith con 'After Earth': primero dijo que no le importaba, para después confesarnos que en realidad si que le había afectado. Comparando ambas solo podemos decir...¡que blando eres Will! Eso es lo que hace que Adam Sandler me caiga así de bien, porque él sigue haciendo lo que le gusta, que es cine, y sobre todo, hacernos disfrutar al resto de los mortales (críticos 'serios', no estáis en esta categoría), que no somos tan sumamente objetivos como algunos y que vemos películas solo para disfrutar. Que luego te guste o no, es otro cuento.
Max Simkin es un hombre al que no le gusta mucho su trabajo, pero como es un negocio que ha pasado de generación en generación no tiene más remedio que seguir manteniendo. Pero su vida da un giro de 360 grados cuando en el sótano de su tienda descubre una vieja maquina de coser mágica: zapatos que arregla con ella, zapatos que le hacen convertirse en su dueño.


Ahora nos vamos a poner serios, como estos críticos que se dedican a destrozar (mas o menos, según
la película, o el director del que se trate, sin importar nada mas), y hablemos de esta cinta. ¡Nah!, no seré como ellos, y no la pondré a caer de un árbol, aunque si que voy a ser objetiva con lo que tenemos entre manos, siempre desde mi humilde punto de vista. No estamos ante la mejor película de Adam Sandler, para nada, ni tampoco la peor. Es simplemente una más en la filmografía de este gran actor cómico que tantos buenos ratos nos hace pasar, porque es así, le pese a quien le pese, o es que me vais a negar que no os habéis reído con él en más de una ocasión. Hemos llegado a un punto en el que pedimos demasiado a todas las películas que vemos, y no nos damos cuenta de que, a veces, solo buscamos pasar un buen rato en la sala del cine o en el sofá de tu casa, sin necesidad de poner a parir todo lo que nos están mostrando.

El guion es bastante simple y previsible, y aunque la historia puede ser original en su origen, y tiene un buen comienzo, creo que han escogido un camino equivocado para seguir contándonos la historia de Max. La segunda parte baja bastante el nivel en cuanto a la primera, y aunque dicho nivel nunca haya sido muy elevado, si que hace que algo que comienza bien no acabe de tal forma. Quizás si la forma de mostrárnoslo en pantalla hubiese sido más diferente, mas salvaje por decirlo de alguna manera, nos hubiese convencido más, pero tira por el camino fácil: el de la comedia familiar, el de la moralina al final de la historia, para que aprendamos que las cosas se pueden hacer de muchas maneras y de que siempre tenemos que ponernos en el lugar del otro, porque es de eso de lo que va realmente esta película: literalmente ponerse en los zapatos del otro. La cinta gira en torno a la empatía que podamos sentir por otros, en ponernos en su lugar e intentar vivir sus vidas tal y como ellos las viven, ya sean de buena o de mala manera, y de intentar arreglar las cosas. Si, vale, es como la moraleja de las películas de los niños, pero es que actualmente parece que se nos ha olvidado el hacer cosas por el otro, y sobre todo, en ponernos en su lugar e intentar comprenderlos mejor. Ser buen hijo de vecino vamos, como dicen en mi pueblo.


El reparto es bastante acertado, ya no solo por ese Adam Sandler que, sin salirse de sus habituales papeles de tío perdedor que busca ser alguien en la vida (por cierto, se le da de lujo), es gracias a dos secundarios de lujo que, si bien salen muy poco en el film, hacen que sea más grande de lo que es por si solo: Steve Buscemi y Dustin Hoffman. Ambos grandes actores, a su modo, pero que siempre son un placer verlos en pantalla. El resto esta aceptable dentro de lo que puede dar de si una película de estas características.

En definitiva, críticos de mundo: no os cebéis con el pobre Adam Sandler, él no hace estas películas para joderos, de verdad, lo hace porque, como a todos nosotros, le encanta el cine, y simplemente quiere vivir de lo que le gusta. No es perfecta, si, lo sabemos; no será recordada como la mejor película de la historia, vale, eso también; pero no es una mala película, y es bastante disfrutable.





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