lunes, 26 de enero de 2015

Control

 





Titulo Original: Control
Año: 2007
Duración: 121 min.
País: Reino Unido
Director: Anton Corbijn
Guión: Matt Greenhalgh (Libro: Deborah Curtis)
Música: Joy Division, New Order
Reparto: Sam Riley, Samantha Morton, Craig Parkinson, Alexandra Maria Lara, Joe Anderson, James Anthony Pearson, Toby Kebbell, Harry Treadaway
Premios: 2007: Festival de Cannes: Cámara de Oro - Mención especial
2007: BAFTA: Mejor debut (Greenhalgh). 2 nominaciones: mejor film británico y actriz






Película sobre los últimos años de Ian Curtis, el enigmático cantante de la banda Joy Division e icono del post-punk inglés, hasta su trágico suicidio en 1980. Cómo le afectó el dramático conflicto entre el gran amor que sentía por su esposa y la apasionada relación con su amante, sus ataques de epilepsia, su extraordinario talento y sus arrolladoras actuaciones en directo. Mención Especial en la Cámara de Oro, Premio de la Juventud y Premio Label Europa Cinema en el Festival de Cannes.



En 2007, el cineasta holandés Anton Corbijn llevó a la gran pantalla la adaptación de “Touching From The Distance”, obra de Deborah Curtis, la viuda de Ian Curtis, el líder de la banda británica de post-punk Joy Division. Tomando como base este libro en el que se desentraman las relaciones entre Deborah e Ian, así como muchos de los aspectos menos conocidos de la banda, Corbijn se recrea en la plasmación, por medio del blanco y negro, de la personalidad de Ian Curtis y su mundo. ¿Qué se puede decir de la época que les tocó vivir a Curtis y a su banda? Eran los años 70 del pasado siglo y en la película somos partícipes de la densa, oscura y opresiva atmósfera de la Inglaterra prethatcheriana, auténtico caldo de cultivo para el punk y todos sus hijos bastardos. Con gran maestría, el director nos acerca a ese mundo musical en el que personajes inadaptados y quebrados mentalmente como Ian Curtis dieron rienda suelta a la oscuridad de sus corazones en letras pesimistas, reflexivas, herederas de grupos como The Velvet Underground.

Control no hace concesiones al personaje de Ian Curtis, interpretado por Sam Riley: un hombre acuciado por la epilepsia y terriblemente marcado por las dos vidas que intenta, sin éxito, compaginar. De día, como padre de familia en un hogar que intenta mantener (contra todo pronóstico) visos de normalidad y de noche, como alma del grupo Joy Division, donde realmente puede sacar toda la amargura y el odio con el que enfrentarse a su enfermedad. Empleando técnicas puras y eficaces del videoclip, junto con aciertos narrativos, un buen reparto e interesante escenas, el debutante director Anton Corbijn nos presenta un más que aceptable biopic sobre la vida de Ian Curtis, y su banda Joy Division que triunfara allá por los años 70. Todo parece cuidado al detalle y la pretensión de profundidad sólo se ve enturbiada por un guión (testimonios de su viuda) que da la impresión de no ajustarse a la realidad de una estrella de rock, que apenas tiene más problemas que los amatorios. Huele por tanto a un exceso de conservadurismo a la hora de emprender el trabajo biográfico.

Esto no empaña un resultado final excelente, muy efectivo y que sobresale principalmente por unos elementos formales apropiados y una majestuosa interpretación de Sam Riley en un papel que pareciera hecho a su medida y que da buena muestra de una preparación acorde con su profesionalidad. Una magnífica mutación personal y músical.La fotografía es absolutamente sobrecogedora: el director, Anton Corbijn, utiliza todos los recursos que ha ido adquiriendo a lo largo de sus años como fotógrafo para publicaciones como Rolling Stones.
Sin embargo, lo que convierte a la película en una de las mejores películas biográficas acerca de una leyenda del post-punk, es la tremenda sobriedad de los actores. Sam Riley interpreta muy solidamente a Ian Curtis cuando la tendencia natural sería exagerar su carácter mientras que Samantha Morton (en el papel de Deborah Curtis) transmite una terrible sensación de sufrimiento en su papel de esposa que pasa demasiado tiempo lejos de su marido y encima es engañada.
Es gracias a ellos que la ruptura del matrimonio, uno de los temas principales del film, gana tanta fuerza y acaba comiendose el resto de la historia. A pesar de tratarse de una historia de un músico que es infeliz, pese a la fama (o quizá a causa de la fama), la historia gana universalidad hasta convertirse en una brillante y triste historia acerca de un matrimonio que se rompe.

Control no es el típico biopic, sabe sortear los tópicos de este género y ofrece una visión bastante cercana, nada mítica, sobre el personaje de Ian Curtis. Se trata de uno de los últimos mitos del rock, por su corta vida y la intensidad de su escasa obra, pero Corbijn no se deja llevar por los cantos de sirena y retrata a Curtis a ras de tierra. El cantante de Joy Division es de una psicología difícil, no por extravagante o caprichoso, sino por ser una persona atormentada por su propio talento, que empezó a sufrir irremediablemente cuando su música se convirtió en un espectáculo y tenía visos de convertirse en un producto industrial. Curtis creía en su mensaje y el resto del mundo no apreciaba la carga exorcizante de sus letras. En un mundo donde casi todo es pose, Curtis aún creía en la pureza del poeta, en el alma de la música. El mundo le falló.

En el apartado técnico, se nota que Corbijn es un artesano. La escenografía y la fotografía son simplemente alucinantes, sin aspavientos ni rarezas, expresando desde la austeridad toda la potencia de Curtis y su intrincada personalidad. Control, en definitiva, es una de las películas imprescindibles dentro del género de "biografías del rock", si se puede llamar así. Es una película espléndida, que te empuja a querer saber más sobre este genio irrepetible. Con solo dos discos ("Unknown Pleasures" (1979) y "Closer" (1980)), Joy Division conquistaron el olimpo musical. Control es el mejor homenaje imaginable a ese alma atormentada que fue Ian Curtis.

Quizá la película pueda parecer lenta y alejada de acción, pero esa era la intención de su autor. Se quiere dibujar la incertidumbre excitencial de Ian Curtis (un excelente compositor y cántante que cogió el punk por los cuernos y lo encauzó por la vertiente controlada de lo siniestro) que siendo muy joven tuvo que enfrentarse a un prematuro e inmaduro matrimonio y a su vez con una Eva particular que le hacía morder continuamente la manzana de la infidelidad, todo ello aderezado por continuos brotes de epilepsia y la ansiedad de tener que responder a las presiones de una banda en continuo crecimiento.

Sí, es posible que para los que desconocéis a la banda y la música de la época, os parezca una historia de amor (desamor) con final trágico como muchas otras, pero para los que hemos saboreado joyas como "Ice Age", "Atrocity Exhibition" o "Colony" nos sirve para encontrar la llave que nos conduce al origen de esas letras que esconden tanto dolor e inquietud.


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