lunes, 25 de agosto de 2014

Los amos de la noche (The Warriors)









Titulo Original: The Warriors
Año: 1979
Duración: 94 min.
País: Estados Unidos
Director: Walter Hill
Guión: David Shaber, Walter Hill (Novela: Sol Yurick)
Música: Barry DeVorzon
Reparto: Michael Beck, David Harris, James Remar, Deborah Van Valkenburgh, Thomas Waites, Dorsey Wright, Brian Tyler, David Patrick Kelly, Joel Weiss







Una batalla de proporciones gigantescas va a tener lugar en los bajos fondos de la ciudad de Nueva York. Los ejércitos de la noche, con más de 100.000 integrantes, quintuplican los efectivos de la policía. Se enfrentan a los Warriors, una banda callejera a la que acusan injustamente del asesinato del líder de un grupo rival. Es la historia de un mundo insólito de subculturas, de guerrillas entre bandas nocturnas, desde Coney Island a Manhattan, pasando por el Bronx. Los miembros de los Warriors luchan por sus vidas, intentan sobrevivir en la jungla urbana y aprenden el significado de la lealtad.


En 1979, el director Walter Hill logró uno de sus mayores éxitos con The Warriors, filme que a día de hoy es considerado de culto y piedra angular del cine de acción ochentero. La premisa es tan sencilla como efectiva, una idea que hemos visto en miles de películas, libros, videojuegos y comics: tenemos un grupo de héroes caídos en desgracia (los Warriors) gracias a las artimañas de sus enemigos y su única salida es abrirse camino a ostia limpia para conseguir volver a casa con el pellejo intacto. Hill se inspiró en la novela de Sol Yurick The Warriors de 1965, que a su vez tenía como principal referente la Anábasis, obra del historiador griego Jenofonte. La puesta en escena es acojonante, con una ciudad tomada por miles de pandilleros cuya única ley es la que dictan las bandas callejeras: un auténtico festival de ostias entre descerebrados que siguen como autómatas la voz de sus respectivos líderes. Sin embargo, nuestros amigos, los Warriors, a quienes les han cargado un crimen que no han cometido no se dejarán atrapar por la fauna de hijoputas que pueblan las calles de Nueva York.
Entre los integrantes del grupo tenemos al líder carismático, al chuloputas de buen corazón que está ahí para liarla pardísima, al tipo sobrio y sensato, al novato, a la chica “rescatada” y unos cuantos notas anónimos que están ahí para ser masacrados por la horda perseguidora. Uno de los aspectos que más me gustan de la peli es la ausencia de moralina y de buenrrollismo: los protas no son los buenos porque hacen el bien y tienen altos valores morales, sino que hay otros tipos mucho más hijoputescos que ellos, gente que cuando les cacen les van a dar por donde amargan los pepinos, sin vaselina, con precipitación y alegoría. De hecho, y hablando en general, apenas podemos hablar de los Warriors como héroes: más bien son el prototipo de antihéroes, cuya cohesión dentro del grupo parece ser lo único que puede sacarles del aprieto. A lo largo de la peli recorrerán parques, estaciones de tren, puentes, calles, avenidas y tuburios infectos liándola pardísima y reventando la cabeza de vulgares macarras, agentes del orden y a todos los que se les pongan por delante.
La obra de Walter Hill es una obra maestra gracias a la estética, la forma de contar la sencilla historia, el tono macarra que preside todo el metraje, las ostias a tutiplén y los chulescos protagonistas. Ahora imaginad que a alguna mente pensante se le ocurriera hacer un remake de Los amos de la noche, seguramente elegirían a lloronas como Abraham Matao o los mimbres de One Direction... Nuestros jóvenes amigos tendrían como objetivo escapar del cole antes de que sus mamaítas lleguen allí para cambiarles los pañales trufados. Por su parte, la banda sonora sería alguna mierda defecada por Pitbull o Miley Cyrus... Una pesadilla, una patada en los huevos y una mierda pinchada en un palo, así de claro.
El guión es muy sencillo, que nadie se espere grandes diálogos y mensajes rimbombantes en plan El Caballero Oscuro (justicia, paz, amor y ñordos en vinagre): sin embargo, la grandeza de ese guión tan simple es la forma de contarlo... Un verdadero puntazo, emocionante, brutal, sin tregua. Desde luego, el filme que hoy nos ocupa es imprescindible para entender el cine de acción de la década de los ochenta del pasado siglo.
Entre sus puntos fuertes podemos destacar, como decimos, el sólido guión, el carisma de los protagonistas, la personalidad de las distintas bandas que pululan por la Gran Manzana, la opresiva ambientación (perfecta), el peacho de banda sonora, el explosivo desarrollo de la trama y por supuesto las ostias. Ostias al viejo estilo, sin mierdas digitales ni cables, ni complejas coreografías... Los Warriors, tío. Unos maromos que no paran de repartir toyacas a dos manos y en fila india, así durante toda la película, con una naturalidad y una contundencia en las escenas que animan la historia hasta el infinito. En las manos de otro director, tendríamos un zurullo infecto, pero Walter Hill siempre se ha caracterizado por crear unos personajes realistas, ambiguos, llenos de aristas y por supuesto, de una antiheroicidad totalmente épica. Recordemos, así de memoria, obras como Límite: 48 horas o Calles de fuego. Hill es un tipo que se mueve bien entre tipos marginales que en el fondo terminan siendo héroes de la función, aunque no lo busquen ni hablen todo el rato de ello.
Muy recomendable, sin duda. Una peli que ya no trata al héroe norteamericano como un dechado de virtudes (justo como pasaba con elspaguetti western) y defensor del american way of life. Los Warriors (Los amos de la noche) son la sombra de una superpotencia derrotada (Estados Unidos en la Guerra de Vietnam), el reflejo de la pérdida de confianza y la crisis de valores propios de un mundo urbano cada vez más sumido en un porvenir oscuro, con nuevas formas de delincuencia y de expresión de la violencia juvenil. A pesar de lo bien que ha envejecido el largometraje del señor Hill, hay que reconocer que el look de determinadas bandas ahora da mucha risa: menuda partida de caja con la banda de los mimos delincuentes. ¡Joder! Imaginad que vas por la calle a comprar el Chopred al Mercadona y te atraca un mimo en el aparcamiento. Pero bueno, también hay bandas con uniformes muy chulos: los Baseball Furries molan un puñado, por poner un ejemplo. También tenemos a unos tipos asiáticos, otros que van vestidos de pimp con sombrerito y chaleco, karatecas con choflas de sol, chavalitos con camiseta negra de hombreras y un colgantito, otros que van de skins, etc. Sin olvidar, por supuesto, la célebre escena en que una banda integrada totalmente por tías intenta seducir (al modo de las sirenas del mito clásico de Ulises) a los Warriors... La idea es distraerles con la táctica más vieja del mundo (y no me refiero a la patada en los huevos) para matarlos por sorpresa. Total, que la cosa no cuaja y vemos unas ostias entre las unas y los otros que hoy sería imposible de ver por lo políticamente incorrecto que resulta ver a un hombre en la pantalla soltando sillazos y rijostias como panes a una mujer. Joder, mirad simplemente la secuencia en que uno de los Warriors le rompe una silla en la cabeza a una de las tías asesinas... Si esto se hiciera hoy día en una peli tendríamos incluso a las Femen en los cines, protestando contra Los amos de la noche por incitar a la violencia de género.
Recapitulando, si no habéis visto la peli, dadle una oportunidad. Veréis como las gastaban en los años setenta y se podía hacer cine de calidad sin restricciones morales... Eso sí, algunas gentes se emocionaron tanto con The Warriors que el mismo finde que se estrenó se lió pardísima y hubo tres muertos en California y Boston, sin olvidar unos cuantos episodios de vandalismo. Total, que se llegó a quitar la publicidad de esta película tanto en tele como en radio y en unos 200 cines estadounidenses se llegó a contratar personal de seguridad, de tal modo que la productora Paramount decidió ofrecer su propia ayuda con los gastos de seguridad y de reparación de los daños ocasionados en los disturbios. La crítica especializada, como suele pasar en estos y otros muchos casos, se cebó con The Warriors y muchos quisieron ver una terrible amenaza en ella porque aportaba ideas de revolución para las gentes de más baja extracción social y bla ble bli... Que se jodan, la película de Walter Hill es considerada hoy día una obra maestra y además muy por encima de lo que se hace hoy día enJóyigú. 


        

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