lunes, 14 de julio de 2014

Resident Evil: Extinción











Titulo Original
: Resident Evil: Extinction
Año: 2007
Duración: 95 min
País: Reino Unido
Director: Russell Mulcahy
Guión: Paul W.S. Anderson
Música: Tyler Bates
Reparto: Milla Jovovich, Oded Fehr, Ali Larter, Iain Glen, Mike Epps, Spencer Locke, Ashanti, Gary Hudson, Matthew Marsden








Tercera entrega de la saga 'Resident Evil'. En esta ocasión nuestra heroína, junto con los supervivientes de la catástrofe acontecida en la ciudad de Raccoon, deben atravesar el desierto de Nevada con la esperanza de llegar a Alaska, antes de que los de la 'Corporación Umbrella' les alcancen


En 2007 y de la mano de Russell Mulcahy se cerró la primera trilogía de la franquicia cinematográfica de Resident Evil. En esta ocasión, el director de obras tan míticas como Los Inmortales nos propone un cambio radical de escenarios en la saga y ahora tenemos a Alice (Milla Jovovich para los amigos) trotando por el desierto en que se ha convertido el mundo que conocemos, siempre en busca de supervivientes y zombies a los que apalizar con cariño. Veamos... ¿a qué nos recuerda todo el rollo de la peli, sin prestar demasiada atención al argumento? Esperad un momento... ¡esto es una copia descarada de la ya clásica Mad Max 2! Por supuesto, el tono macarra y chulesco de la saga aumenta aún más, ya que no solo tenemos a los zombies y los mastuerzos mutantes que depredan a los supervivientes pacíficos, sino que aparecen gentes de mal vivir (como en Mad Max) dedicadas al bandolerismo y la rapiña. Sin embargo, aunque hayan fusilado una de las mejores sagas de acción de los años ochenta en este filme, hay que reconocer que convertir Resident Evil en una road movie es un gran acierto: ahora vemos cómo los supervivientes se las tienen que ingeniar en un mundo hecho mierda, siempre al acecho de gasolina, víveres y todo aquello que les permita vivir aunque solo sea un día más.

Por su parte, el plantel de amiguetes de Alice crece en esta entrega y cambia notablemente. Entre los supervivientes —que se mueven en una caravana de camiones de un sitio a otro, como si de feriantes se tratase— tenemos a Carlos Oliveira (uno de los miembros de Umbrella que aparecía en Apocalipsis y conseguía sobrevivir), Claire Redfield (interpretada por Ali Larter, conocida entre otras cosas por su papel en la serie Héroes) y tachán, tachán... ¡A la fantástica adolescente Burger! Sí, como nadie sabía cómo se llamaba cuando la encontraron y la chica apareció en una hamburguesería, pues venga... ¡Chavales, a ésta le ponemos Burger! La desbordante imaginación del señor Paul W.S. Anderson no tiene límites... ¡Bravo! Siguiendo este razonamiento, imagínaos que un día os encuentran por la mañana en un Glory Hole y tenéis amnesia... ¡Ya me jodería! Después de haber sobrevivido a la sordidez y la amenaza de entes surgidos del Averno, van y encima os cambian el nombre por Gloria Agujero (“hoolaa, me llamo Agujero, Gloria Agujero”). Cosas nazis como ésta y otras peores serán habituales en una obra maestra como Extinción. Pero bueno, Burger es maja y eso... Siempre se las apaña para estar en la mierda y es tan valiente como el resto de heroínas de la saga. Hablando de chavalinas, la nuevafemme fatale que nos traen para dar la réplica a Alice en el “duelo de gatas” típico de la franquicia es Claire Redfield, personaje clásico de los videojuegos y cuyo parecido con su versión consolera es infinitamente remoto. Claire es tan guapa, dura y chulesca como Jill Valentine (Sienna Guillory), y básicamente hace lo mismo que ésta, aunque en vez de ir vestida para ir a dar un concierto, el personaje de Ali Larter viste como una redneck al uso (gorra de camionero, camiseta de tirantes, choflas de aviador y un rifle Winchester de la época de Buffalo Bill).

Sin embargo, no es Alice. Nuestra amiguísima ha evolucionado y ahora va con el trotamundosmode on.
Ahora es plenamente consciente de sus poderes y ya sabe utilizarlos de una forma rudimentaria pero lo suficientemente bien como para salir de cualquier lío chungo. Su aspecto macarril es otra de las novedades de la peli: ahora va vestida en plan western apocalíptico, con un guardapolvos de piel de oveja para guardar las pistolitas y sus cuchillos. Como ya nos tiene acostumbrados, Alice va paseando su cuerpo marrano por los desiertos de Estados Unidos desbordando chulería y frases lapidarias de castigadora, dándole gusto, de vez en cuando, a su faceta de “pegaostias”. La pobre lo va pasando mal cada vez que los zombies liquidan a los pobres mataos que la acompañan en su periplo, pero el punto álgido es cuando Carlos Oliveira muere como un jabato, como un kamikaze lleno de explosivos... ¡Booommm! Partida de caja generalizada por la muerte tan absurda del personaje, que para amenizar el viaje se hace unmediomocho bien cargado de mandanga y chocolate.

El guión es tan simple como viene siendo habitual en la franquicia pero es mucho más dinámico que el de la segunda entrega, Apocalipsis. En Extinción no hay respiro que valga, los personajes no tienen casi ni tiempo para comentar la jugada entre una secuencia de acción y otra. Sin embargo, todo se reduce a viajar, viajar y viajar hasta que topan con un sitio que está lleno de prisioneros humanos por rescatar y ¡oh, sorpresa! una cabaña que conduce a un laboratorio subterráneo al estilo de la primera película de Resident Evil. Por suerte, Mulcahy es un tipo que entiende como hacer una buena peli de acción y está fajado en estas lides, aunque el guión del que tiene que tirar es demasiado andersoniano y el chichi no da para muchos butbolines. En cuanto a los monstruos y criaturas que aparecen en el filme, pocas novedades pero interesantes: tenemos a los cuervos digitales (bastante más hijoputescos que los zombies) en un par de escenas gloriosas (especialmente la del lanzallamas), los zombies de toda la vida —los cuales pegan un bajón notable en su caracterización, parece que todos son iguales, con el mismo careto de goma— más rápidos y ágiles de lo habitual y por último tenemos al enemigo final de Alice, una especie deTyrant que no se ha tomado sus espinacas. En serio, el monstruo Tyrant original, el de los juegos, era un berraco de dos metros con la mala ostia de un mandril con hemorroides y más duro que cagar piezas del Tetris. En la película parece un vigoréxico que se ha pegado un ñordo de búfala en la cara para quitarse el acné, y tras una pelea a sopapo limpio con Alice en plan cani, termina convertido en una cupcake deconstruida de carne picada. Sí, todo esto gracias al rayo láser en cuadrícula (situado en un pasillo) que vuelve a aparecer por segunda vez en la saga, demostrándonos a los espectadores que lo mejor para acabar con las buenas ideas de una película es autoplagiarse sin descanso.

Volvemos también al tema de los clones de Alice. En Extinción, nos enteramos de que tienen todo un ejército de clones preparados para quién sabe qué experimento y Alice se hace con todos ellos para organizar la batalla definitiva contra los malvados dirigentes de Umbrella. El final de la peli te deja con ganas de ver esa grandísima ida de olla que nos demuestra que a Anderson se le ha pirado el panchito con su mujer. Como no es suficiente con tener una sola Milla en toda la saga, ahora vamos a meter 10000000000 clones hechos por infografía. Con esta escena nos metemos ya en lo que será el prólogo de la siguiente entrega de la franquicia... No obstante, los siguientes capítulos son altamente diarreicos por su planteamiento mucho más acusado de serie B y ya podemos decir que el invento se ha exprimido al máximo y poco queda ya por aportar al género, gracias a las tremendas cagadas de guión del señor Anderson.

Extinción es superior a Apocalipsis pero tampoco es una obra de arte, eso sí, ambas son bastante mejores que lo que luego vendría. El error de toda la franquicia cinematográfica es de concepto, de enfoque, eso está claro. Yo hubiera planteado Resident Evil como una saga orientada hacia un tipo de terror más clásico (jugando con la atmósfera, la oscuridad y los sustos calculados milimétricamente) y el cine de zombies que nos legaron los maestros, sin caer en el gigantismo infantil absurdo y la espectacularidad de traca en la que fue cayendo la obra de Paul W.S. Anderson. Un colofón más que digno para la primera trilogía de Resident Evil, aunque no pensemos que alcanza las cotas de perfección en el reciclaje del cine zombie que consiguió 28 Días después o Amanecer de los muertos.

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