martes, 17 de junio de 2014

Resident Evil - “¿Harta de las tardes de resaca? Amenice sus tardes más choof aniquilando zombies sin compasión, con taconazos y vestido de fiesta"








Titulo Original: Resident Evil
Año: 2002
Duración: 96 min
País: Reino Unido
Director: Paul W.S. Anderson
Guión: Paul W.S. Anderson
Música: Marco Beltrami, Marilyn Manson
Reparto: Milla Jovovich, Michelle Rodríguez, Eric Mabius, James Purefoy, Pasquale Aleardi, Stephen Billington, Anna Bolt, Colin Salmon, Marisol Nichols, Heike Makatsch, Joseph May







En un centro clandestino de investigación genética -con fines militares- de una poderosa multinacional se produce un brote vírico que contamina todo el edificio. Para contener la fuga el ordenador que controla el centro sella toda la instalación y, en un principio se cree que mueren todos los empleados, pero en realidad se han convertido en feroces zombis... 



En el año 2002, Paul W.S. Anderson (artífice de bodrios del calibre de Alien vs. Predator y pequeñas joyas como Horizonte final) escribió, dirigió y produjo Resident Evil, largometraje ambientado en la homónima y exitosa saga de videojuegos para consola y ordenadores. Aquel verano de 2002 fue bastante especial para el que escribe estas líneas, pues me enzarcé como un jabato con la chusta que supone la Prueba de Acceso a la Universidad, más terrible que cualquiera de los zombies “de palo” que pululan por la película que hoy nos ocupa. Pero en la redacción de Cine y... ¡Acción! somos auténticos androides cibernéticos de destrucción masiva y no me supuso ninguna dificultad sacar una nota excelente, con la que pude cursar la carrera que me atraía y dicho sea de paso, disfrutar de un verano en el que todo lo que hice fue rascarme mis suaves y lustrosas posaderas.

Vayamos al lío: el director de Resident Evil nunca ha sido un tipo que haya destacado por la calidad de sus creaciones, pero suelen ser entretenidas (como mínimo) y a veces nos sorprende llevando a la gran pantalla algunas ideas interesantes. La trama de la película es más o menos como sigue: tras un ataque inesperado que culmina con la liberación de un terrible virus experimental en un laboratorio subterráneo -La Colmena- de la corporación Umbrella, el ordenador que controla las instalaciones decide sellar el complejo y evitar la expansión de la amenaza biológica que supone el virus. Producto de esta decisión, la guardiana de la entrada del laboratorio (Alice, interpretada por la exmodelo Milla Jovovich) es gaseada y al despertar, descubre que tiene amnesia. Sin tener otra opción y acuciada por el misterio de lo que ha ocurrido, decide introducirse en el complejo subterráneo y descubrir qué es lo que ha pasado. En el camino se encontrará con un equipo de seguridad con los que formará equipo para explorar el agujero de La Colmena y desentramar el horror que se ha desatado bajo tierra. En el camino, no faltarán zombies, aberraciones mutantes y trampas mortales orquestadas por el ordenador que vigila el lugar, La Reina Roja, personificada en la figura de una niña grimosa que viste como una vieja y siempre aparece dando un “porculo” impresionante en los momentos cumbre.

Resident Evil, a pesar de ser la entrega más correcta de la saga y la más comedida en la administración de los elementos de terror y ciencia ficción para lograr cierto equilibrio, no deja de ser una adaptación fallida de la saga de videojuegos. Veamos, no soy un fanboy de la susodicha saga, pero si os acordáis un poco del planteamiento de los juegos, os daréis cuenta de que eran un survival horror... Es decir, que se trataba más de explorar y huir (ahorrando la munición para los enfrentamientos con los mostrencos más grandes y pesados) que de unmata-mata. ¿Qué es esto de ponernos en pantalla a un grupo de maromos que van a saco pegando tiros a todo lo que se mueve, como si fueran los marines coloniales de Aliens: El regreso? ¿No estamos quitando la emoción y los sustos poniendo a esta gente al lado de Alice, que debería avanzar en solitario para potenciar esas sensaciones de peligro y soledad ante lo desconocido? Al menos, los recuerdos que me suscitan los primeros juegos de Resident Evil eran esos: estás solo ante el peligro, en una situación precaria y con poca potencia de fuego, así que mejor confía en el sigilo y demás. Por suerte, todo esto fue muy respetado y bien plasmado en otra de las adaptaciones de videojuegos más famosas de la historia: hablamos de Silent Hill (2006), pequeña obra maestra a cargo del director Christophe Gans y protagonizada por Radha Mitchell y ese spoiler viviente llamado Sean Bean. Sean Bean, pobre hideputa. Yo soy un firme partidario de que en los títulos de crédito de sus películas aparezca un letrero que diga que en la filmación del largometraje ningún Sean Bean ha sufrido daño físico, mental o rectal. En serio, ya vale con este hombre, cabrones de Jólibu.

Después de este inciso me gustaría comentar un par de cosas acerca de Resident Evil como película del género de zombies. Por un lado, ayudó, junto con 28 días después y el remake de Amanecer de los muertos, a devolver a los zombies a la gran pantalla en la década de los 2000. Sin embargo, a mi parecer, el título dirigido por Paul W.S. Anderson no funciona demasiado bien como peli de muertos vivientes. La acción predomina sobre el misterio y el terror, algo que también pasaba en Amanecer de los Muertos, pero el tono apocalíptico y la sensación de que el mundo se va a la mierda no alcanza las cotas de perfección de 28 días después. El trío más destacado del reparto, Milla Jovovich, Michelle Rodriguez y James Purefoy, hacen una labor de lo más encomiable para mantener el tono dramático que, como bien sabréis, se fue diluyendo conforme la saga fílmica de Resident Evil ha ido creciendo con nuevas entregas. De hecho, el rumbo errático de la franquicia ha hecho verter ríos y ríos de tinta (electrónica) con numerosos comentarios acerca de su autoplagio (incluyendo escenas y elementos que ya son una constante en la saga, ¿os acordáis del puto rayo láser que corta a la gente como si fueran patatas de rejilla? ¿Quién no recuerda la presencia de los clones y personajes que mueren y resucitan, como el de Michelle Rodriguez o Wesker?)

El guión es muy simplón y los trucos que presenta están más gastados que los muñones de Kuato, el mostrenco de goma de Desafío total.Está claro que no vamos a ver una película con grandes dilemas morales o temas espinosos, pero tengo la sensación de que todo el rollo del virus, los zombies y el apocalipsis está mucho mejor tratado, tiene más oscuridad y dramatismo en 28 días después. En el filme de Danny Boyle estás todo el rato agarrando el puto cojín y lanzando exabruptos tales como “joder, joder, joder”, los nervios disparándose por la incertidumbre, con una sensación de peligro mucho más acusada. Sin embargo, todo esto en el fondo da igual cuando vemos a Milla soltando toñas como panes a los dóbermans de plastilina (hay que reconocer que los efectos cantan más que Camarón en la bañera) y contoneando su elegante carcasa de pollo mientras hace frente a monstruitos y putaditas varias por cuenta de La Reina Roja.

Uno de los detalles que me gustaron de Resident Evil son las alusiones al famoso relato de Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas.Sin ir más lejos, el nombre de la protagonista, la entrada a la “madriguera del conejo” que constituye La Colmena, el guiño de La Reina Roja,el conejo que sirve de cobaya para experimentar con el virus, la entrada al complejo por medio de una pared que simula ser un espejo, etc.

Correcta y entretenida, pero mediocre en muchos aspectos. Sin embargo y para recapitular, la considero uno de los pilares necesarios para entender el resurgimiento de la moda zombie en la gran pantalla. El problema de fondo de Resident Evil es que quiere ser un homenaje a películas como Aliens de James Cameron pero demasiado forzado y con un gran inconveniente: que tarda mucho tiempo en despegar, demasiado para una película que no pasa de los 96 minutos. Por suerte, en esta entrega de la saga todavía no hay mucho énfasis en los diálogos absurdos y el papel de tía dura de Alice transcurre por cauces más o menos aceptables, sin caer en el tremendo pifostio de los miles de clones de las continuaciones y su creciente rol como Terminatrix con poderes a la altura de Son Goku y sus amigos.

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